jueves, 10 de marzo de 2016

Justicia Poética.

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Sediento de mis ganas extintas
solo puedo pensar en la calma
la ansiedad es implacable como el silencio
ay! de mi cuando caiga la noche
solo encuentro metas y expectativas rápidas
vicios terrenales
carne
la gracia de los costalazos contra el suelo
las enfermedades venéreas
y la falta de respeto hacia la vida.

Han quedado al descubierto las trampas
aun así me es imposible dar un paso en falso
sin correr el riesgo de saltar por los aires
he amanecido algunos días con dolores en la espalda
con los ojos morados y los brazos torcidos.
He trabajado también para pagar mi derecho de admisión en la cárcel
he conocido varias personas que odio
aunque no mas que a mi propia persona.
Mi compañera me ha relegado al mas oscuro de los podios
finalmente se harto de llevarme de la mano.
Solo soy una espina en el camino
una piedra en el zapato que se vanagloria de serlo
miro hacia atrás y pienso en mi fervor
en mi furia, en la catarsis, en los golpes directos
pienso en las veces que debí haber saltado al vacio
siento culpa, tambores verdes
supurantes
debí de expiar mi alma
inmolarme, intoxicarme, darme un tiro,
convertirme en cenizas y alzar el vuelo.

Solo genero tensiones,
marchitas risas plásticas
hieles provocadas por el lazo al cuello
y la asfixia de las palabras
de las actitudes
de los movimientos de los dedos
de los parafraseos que evoco inconscientemente
para denostar la felicidad ajena

Mas de cuando en vez siento ser el de la razón
mas ellos habían hilvanado la manera correcta de producir verdades
inmutables caras marmoladas en las paredes de mi recamara
que sería entonces de mi?
(harapiento holgazán)
un postrado en el propio decaimiento y miserias mas fúngicas y lovecraftianas
que haya podido consignar el vaticinio de mis ordinarias luchas diarias
de las banalidades que arremeten al cuerpo y a las relaciones sexuales
a la lujuria de emancipar la soberana lacra que duerme en el baúl de los recuerdos
añorando la certeza del día pétreo que emancipe estas almas aplacadas por la temeridad del salto hacia la muerte
del disparo a quema ropa
y el olor a pólvora en las manos.
La sangre ya fue mancillada en esclavitud
las revoluciones de la carne fueron los golpes con los que fui criado
ahora la senda anunciada se somete a mis pasos polvorientos
y a la dictadura de los segundos en los que me encuentro colgando de cabeza.



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