martes, 12 de diciembre de 2023

Horología

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Me perdoné, aunque fui un ser despreciable.
imponiendo voluntades a izquierda y contra izquierda. 
Poniéndole grilletes a la libertad de ejercer los derechos humanos.

Había olvidado la usanza, 
el viejo ejercicio de reconocerse en el espejo, 
de recorrer con la mirada el cuerpo que odio. 
Tiempos rastreros que me apuñalan, 
que intentan demostrarme otra vez que mis intentos son en vano.

Terco.
Caminando voluntariamente hacia el matadero. 
Finalidad; encontrar una cuerda. 
Enroscarme el nudo en la garganta, 
alhaja final en pos del abrazo de cal y tierra.

Harto de beber de la misma copa, 
de entregarme a los placeres mundanos, 
del mismo jolgorio eterno con sabores de desastre.

Mañana piedra, precipitando la mirada hacia el predio en llamas. 
El incendio apacigua mis ansias de violencia, 
buscando respuestas en el techo, 
ideaciones de lo que pudo ser y no fue.

He de ser sincero. 
He de ser sincero conmigo mismo. 
La repetición es la que me salva. 
La repetición es el abismo.

Por tanto, debo esquivar mis propios pasos, 
esquivar mis propios pensamientos para mantenerme a flote, 
mantenerme a flote del recuerdo de mi falta de voluntad, 
del cansancio, de mis traumas personales y el desgano.

Ya no quiero grabar con mis manos las marcas de la muerte. 
Cada vez que nervioso recorro cuerpos bellos e imponentes.
En el momento preciso que descubren mi temor. 
La fragilidad que intento ocultarle al mundo.

Solo puedo pensar difusamente, 
vagar por el recuerdo y hallar la forma de construir futuros instantáneos, 
expectativas rápidas, 
ser la lengua que en estos momentos pasa por tu sexo.
(Y callar palabras que es mejor evitar)

Intentar ser valiente una vez más, 
aunque cueste soltar tantos años de construir y de derrumbar, 
de explotar, 
de derruir, 
andamios obsoletos, 
cimientos muertos.

Nada es eterno, 
el cronógrafo se agota, 
se agota y los granos de arena en caída libre. 
Todo volverá al curso natural, 
al destino irrevocable de todo cuanto ha existido, 
al punto primigenio, 
al estado más simple de las cosas.

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