viernes, 10 de septiembre de 2010

Corral.

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Locus inmutable,
incordioso amo del recuerdo,
sonido de golpe,
parto de mil hojas de abedul,
junto a los nidos tus latidos,
junto a la piedra tu baúl,
con súbita tierra arraigada,
ave que revolotea entre mis piernas y en la nada,
la alfombra del prado que parece eterna,
el vuelo al cielo del insecto insensato,
no llega el ciego consuelo,
atento al silbato,
ya partió el verde brío,
crujen las tablas por el viento,
nerviosas al transitorio escalofrió,
sabias de la brisa sus caricias,
de orgasmos en los pastizales,
de atardeceres opiáceos que caen como el muerto,
que perecen como animales,
de fluctuaciones en bemoles pardas nubes,
de la nostalgia por la mano,
recorre el trapo milenario saliendo por el pie,
pasando por lo menos suave sin hermanos,
sin prisas,
aromatizando grafemas que me brinda,
alumbrando llantos y sonrisas,
acogiendo balbuceos congelados por la tinta.

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