martes, 7 de septiembre de 2010

Ultraje.

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Y aparecimos de la nada,
y creamos unos cuantos ejemplares de nosotros mismos,
y a continuamos andamos, imponiendo cultura,
crucificando vagabundos sin mesura,
yo también participe dando saltos y vociferando,
que cuantas malas lenguas estaban parlando,
que con esto, que con lo otro, que con aquello,
que ya para el atardecer se me entumecieron los dedos,
llegaron a la casa miles de millones de forajidos fornidos,
en realidad solo eran un puñado pero parecían formidables varones,
luchadores ágiles corpulentos varoniles sementales con un pene enorme (decían las mujeres)
los contemplábamos sin gracia desde un rincón y en silencio,
esperando el momento propicio para la puñalada,
pero paso que en la noche hicieron sus jugadas
y ya para la mañana nada concordaba,
parecía que eran dueños de nuestra vida,
olvidamos el momento en el que todo se torno un circo,
y nosotros que eramos los dueños de casa pasamos a ser esclavos
ahora trabajábamos para subsistir,
no había mañana en la que no lloráramos por las yagas en nuestras manos,
preguntábamos el porque porque porque porque porque porque,
y sigo preguntándome yo mismo como la cola de esta prole,
sigo preguntándome lo mismo
y se que la prole morirá,
yo se que la prole algún día morirá,
y el mundo se incendiara y aquellos forajidos fornidos,
aquellos varones luchadores ágiles corpulentos
varoniles sementales con un pene enorme vivirán en otros planetas,
lanzando su semen y manchando la cara de los extraterrestres,
o quizás no, quizás todo fue un sueño de esos mojados.

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