jueves, 12 de abril de 2012

De como condensar.

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No es tarea del elocuente entregar una caricia,
recitar un beso, trasladar habitáculos,
ni traspasar los confines del tiempo,
humildemente extiendo mi piel en tu boca,
cierro mis labios y te sé.

Un grano más.

Desciendo de esa platea enarbolada,
para vestirme con el ignominioso

mañana/pasado..

Pero tu estas aquí desnuda
y mirándome en silencio.
Me preguntas qué eres,
qué somos,
qué eventos marcaron la historia,
quién invento los zapatos,
los vestidos, mis manos.

Yo respondo que te amo,
es cierto,
pero tú nunca me creíste en realidad,
tú nunca confiaste en las palabras.

Solo en una mala cara,
un suspiro,
una gota de sudor,
un vistazo al alba entre nuestros cuerpos holgados,
otro día más,
otras ropas,
los mismos interludios,
diferentes episodios,
iguales vaivenes
entre músicas y trapatiestas.

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