domingo, 5 de diciembre de 2010

Pecas.

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Evoco su infancia, el rasguño de los años,
el gris de furgoneta bajo las hojas del canelo,
los humos de eucaliptos, las piedras en la cara,

El calor del vientre, la sonrisa eterna,
los codos pelados y las rodillas ensangrentadas,
y el invierno donde el techo se fue a jugar con el viento,
cuando se escucharon los cuchicheos del ratón y la madera.

El olor a plástico e infante, los infartos,
se me aparece la búsqueda del anillo demacrado,
se me viene el rostro de niña queriendo ser madre,
se me viene pidiendo ayuda,
se me vienen los golpes de parada militar,
donde su llanto se convirtió en la duda.

La juventud se le fue entre las manos,
en el mar se perdió su raíz, su mensaje en la botella,
se fueron también su ramas en el tambor de un revolver,
donde acababan sus manos, donde empezaban las mias.

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