martes, 16 de febrero de 2010

A Ciegas.

.

Golpeábamos los muros que nos rodeaban pidiendo explicaciones,
el techo había cedido ante la tormenta sobre nuestras cabezas,
ya no teníamos mas consuelo, que mas podíamos hacer.
Todo era penumbra en ese sendero, una verdadera lastima,
un vórtice lejano nos reclamaba hasta sus entrañas,
reclamaba los zapatos y reclamaba las palmadas en la espalda,
reclamaba los vómitos por saturación agobiante que fueron numerosos
bajo el ahogo perpetuo anclado al pie.
Queríamos movernos pero brotaba sangre por nuestras plantas descalzas,
anduvimos de la mano para no perdernos a nosotros mismos,
para así no perder la cordura.
Borrábamos nuestros pasos para olvidar el miedo que produjo el andar,
el ir y venir,
solo marchábamos palpando a ciegas por el suelo escurridizo,
la tarea consistía en caminar, caminar sin parar,
preguntando en la penumbra por el día en que todo iba a acabar.

.

No hay comentarios:

Publicar un comentario