jueves, 11 de marzo de 2010

Abrenuntio.

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Como paso que intentó, pero cuando ocurrió aquello no se pudo controlar y partió lejos, muy lejos, allá donde no se ve nada, en la humedad de una losa aislada, alejada de toda civilización, entre rejas carcomidas por la piedra naranja y amoratada del oxido se vio amarrado a cuerdas despertando temprano y plantado bajo florecitas lilas con su foto en las ventanas de los centenarios portones del convento. Bajo la cruz de cuchillos virtió su sangre generosamente, como para llenar 3 baldes y 3 vasos, se sentó hasta que llego la noche y llego el día y pasaron las tardes y las nubes y los rayos fulminantes se le clavaron en la piel quebrada.

Estaba muy lejos de todo, pero al mismo tiempo estaba tan cerca, una verja separaba el mundo conocido del inexplorado, tenia una cuerda en el cuello y la cuerda tenia escrito como epitafio la palabra redención. Sucedió que solo era un fantasma y desapareció como tal, mucho se dijo de el y de sus actos incomprensibles ante los ojos de los sanos; que cuando, que como, que por que.
Ahora estaba en el punto sin retorno, se había esmerado en irse pero ya no quería, recordó el momento en el que estuvo parado sobre un silla y el peso de la conciencia que le empujo a dar el salto seguido de un golpe que de pronto lo estabilizo y puso sus pies tumbados en el cielo.

Había encontrado su verdadero propósito, el incompleto, el imperfecto, el propósito real que no se encuentra en la cabeza, ni en los ideales, ni en los cuentos de hadas, ni en las palabras del correcto, sino el propósito final, el significado del paso de nuestros frágiles cuerpos por este mundo, el motivo que pasaría a formar parte del polvo, de los gusanos y del viento, el propósito que llorarían las generaciones futuras, el que dejaría una enseñanza y un miedo, una queja y una duda, un dejo de pasado y futuro que siempre estara presente.

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