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La caricia dulce de la brisa sabe a metal templado y a gota espesa,
sabe a todo lo que fue tomado por el tiempo,
sabe a mar, sabe a calor y sabe a sal en la piel,
se olvida mirar mas allá del vació de los vapores en el cielo,
allá donde esta el encanto de despojarse de todo y de convertirse en nada,
donde la nostalgia y el color se tornaran lluvia roja a horas de la tarde,
donde las marchas apagadas anunciaran la llegada de la temporada gris,
el violento y frió augurio de tranquilidad ártica,
con aroma a flor de cementerio,
con sonido a hora sepulcral.
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