jueves, 3 de septiembre de 2009

Enero.

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Los días pasan, los años se van,
pero no tus pechos en mis manos,
ni el calor, ni el sudor, ni tus ropajes de verano al sol,
ni tus vuelos a ras de piel, ni el rastro de una enfermedad
contada en puntillas silenciosas entre sabanas blancas.
Voces de una caminata por el litoral,
de cuarenta dedos dibujando sus huellas en la arena,
de una fogata perdiendo su luna ahogada entre las estrellas,
allí junto a tus ojos negros, bajo el mar nocturno y sus olas..
tu boca junto a la mía y un beso que definía la vida sin miedo,
porque el mundo no desaparece y se vuelve a reinventar si le apetece..
cada vez.. y otra vez.. y volar..
y descansar y enloquecer doscientas veces mas..
y la guitarra en coro de unas veinte lenguas lejanas
y el vino fluyendo por mis venas
y si supieras cuanta falta me haces
y cuanto daría por que volvieras..

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